—Cada uno tiene que dedicar su tiempo a lo que se le da bien, a su vocación.
Me daba el típico discurso de: ¡Espabila y hazte mayor de una vez!
El muy cobarde me vendía humo, me habla de una cosa y luego él hace la contraria…
—pensé
—Por ejemplo ¿Quieres saber cual es mi verdadera vocación? —me preguntó, con los labios tan estirados que casi daba miedo. Era como si quisiera sonreír por última vez.
Me quedé en blanco unos segundos antes de responder.
— ¿No es ser dueño de una fabrica de cartón? — se rió montando tal alboroto que las palomas que habían en el tejado salieron volando.
—No amigo mio… Yo… Mi vocación es ser pájaro.
Con serenidad plena miró al horizonte y saltó de mi balcón. Un sexto piso con buenas vistas. Pareció mantenerse en el aire un par de instantes.
No sé… Quizás en otra vida si era o si será un pájaro.
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