
Este es un relato corto con la única intención de jugar un poco con personajes un poco complejos de llevar. Sobretodo respecto a mi amigo Wonder.
Disfrutadlo.
—Nunca pensé que esconder un cadáver fuera tan difícil— dijo Om mientras terminaba de liar un verde.
Wonder escribía en su pizarra. Om prendía fuego a un canuto liado con una hoja de tabaco seca. Musti miraba las musarañas afinando su guitarra imaginaria.
—Claro que lo es, por eso se suele quedar allí donde muere, incluso cuando lo asesinan —dijo Úma.
—Bebe -Dibujo Jarra de cerveza- al whisky Úma y verás que lo mejor es esconder la cabeza y las manos—leyó Om—. Nunca dejas de asombrarme con tu capacidad de…(calada) síntesis Wonder (expiración de humo).
—Vale Wonder tu cree lo que quieras, para ser mudo hablas por los codos.
Wonder escribió más rápido aun y enseñó la pizarra a todos: Leo + cada día para evitar pensar tonterías.
—Muy bien dicho Wonder. Esto se merece un verso.
Wonderlust, sin lengua hablas, con pizarra te expresas y ¡Nunca me canso de leer tus vivencias!
Pizarra: Muchas gracias Musti.
—Muy bueno Musti, toma fuma un poco.
Úma se preparó una jarra de cerveza del bidón y le echó un largo chorro de whisky. Tan largo como la noche que pretendían pasar los 4 amigos.
#2
—Shakespeare (eructo), a Shakespeare le habría caído bien.
—¿Hablas de nuestro amiguete, Úma? Ah, lo dices por esa hermosa escena de “ser o no ser, esa es la cuestión” hablándole a la calavera. Bueno tampoco está tan envejecido, sigue teniendo su piel.
—¿Os habéis fijado que ya no lo llamamos Bob? ¿Desde cuando perdió su nombre? Solo lo nombramos con apodos.
—Huesos.
—Sin respiro, abstemio al fin.
Pizarra de Wonder: El silencioso.
—Pronto empezaremos a llamarlo el apestoso.
—Si, llevamos aquí tres días sin salir y todo por decidir que hacemos con Bob.
—Y lo único que hacemos es beber y fumar.
—Bueno fumar solo tú Om, a nosotros mientras nos quede con lo que llenar los vasos.
—¿Bob vivía solo, no? Tres días en su garaje y nadie lo ha echado de menos.
—A lo mejor sus parroquianos se preguntan porqué no se abre la puerta para entrar a beber con él. Su bar clandestino es todo lo que tenía.
Pizarra: Y nosotros.
—Cierto Wonder, sus más indecente amigos.
—¿Recordáis sus últimas palabras antes de beberse el chupito ponzoñoso?
—Dijimos todos salud ¿No? —dijo Om, haciendo memoria.
–Los cuatro se quedaron en silencio unos minutos mirándose; recordando la noche de la arriesgada apuesta.–
—Queréis saber algo chicos, abrí el bar el día que el hijo puta de mi cuñado me dijo que jamás sería capaz de montar un negocio que funcionase. Me lo dijo en el funeral de mi mujer… ¿Como se puede ser tan imbécil? Debería haberlo matado.
Wonder puso su pizarra en la cara de Bob, con el dibujo de una pistola.
—Si Wonder no hace falta que me lo dibujes. Y así fue como me decidí a abrirlo. Vale lo hice en mi garaje, sin licencia ni horario fijo pero con buenos licores y fantástico ambiente. Además con una flamante máquina de dardos, ¿Qué más se puede pedir?
—Nada Bob, este bar es genial, degenerados como nosotros no tendríamos a donde ir. En ningún local nos dejarían jugar a nuestros jueguecitos— afirmó Úma.
—Dímelo a mi, la última vez que jugué perdí un dedo, menos mal que era el meñique, los otros los habría echado más de menos. Os dije que no me dejarais aceptar apuestas cuando estoy tan borracho.
Pasaban de las tres de la noche. Con mucho alcohol en vena, las conversaciones iban bajando escalones hacía el sótano del ser humano; más oscuro y retorcido con cada escalón.
—Os quiero plantear una cuestión.
—Adelante Om, súeltalo —dijo Musti, marcando un ritmo de percusión golpeando la mesa con los dedos.
—Oíd. En el adn está el proteger al infante. Cuando un humano adulto ve a un infante en peligro siente la necesidad de ayudarle, incluso sacrificarse por él. Lo que os quiero preguntar es si… ¿Seriáis capaces de matar a un niño?
El ritmo de Musti se ralentizó, mantenía un sonido constante, como una marcha fúnebre o una procesión de pascua.
Bob, con los ojos húmedos solo puedo decir que tenía que salir a tomar el aire. Se tomó un chupito y se fue al jardín a expulsar el mal de su hígado.
Om permanecía paciente observador esperando alguna respuesta.
—Yo desde luego no podría, ni que el infante en cuestión estuviera amenazando mi vida— respondió Musti, con los labios un poco temblorosos.
—Todos fuimos niños, si de adultos nos matamos ¿Qué importancia tiene hacerlo antes de llegar a esa edad? Yo si lo haría en caso de necesidad, y seguramente vosotros también aunque ahora lo neguéis —afirmaba contundente Úma.
Om iba a responderle cuando Wonder golpeó la mesa con su pizarra.
“Putos Europeístas ciegos de ‘dibujo de una mierda estilo pastel piramidal’. En China está aceptada la ‘dibujo de un ahorcado’ por robar y los niños cumplen la pena igual que los adultos. No sabéis nada.”
La cara de disgusto de Wonder y sus ojos más achinados de lo normal, perturbaba más el ambiente.
Wonder golpeó un par de veces más la mesa con la pizarra y se fue a fuera con Bob.
Úma se sacó una navaja de marinero y empezó a jugar con ella. Apostaba consigo mismo a que no se la clavaba en ningún dedo, teniendo la mano apoyada a la mesa con los dedos estirados.
—¿Y tú, Om?
—Yo… No me atrevo a afirmar nada. Soy muy temperamental, así que en la situación propicia puede que si estuviera dispuesto —se sujetaba la cabeza con ambas manos con los codos apoyados en la mesa y mirando al suelo—. Imagino que si un grupo de niños estuviera a punto de matar a mi hipotético hijo no podría frenar mi rabia y los atacaría sin preocuparme si los mato o no.
—Mira, así cumplirías con tu afirmación a la vez que respondes —contestó Musti.
—¡Ah, joder! —gritó Úma al rajarse un poco el dedo índice de su mano izquierda.
–Mientras tanto afuera del garaje/bar hablaban Bob y Wonder.–
—Wonder, ¿Tú tampoco pudiste más? —hablaba Bob arrodillado, con bilis y mocos en los labios.
Wonder negó con la cabeza y se sentó a su lado.
—Sé que siempre digo lo mismo, pero lo repetiré igualmente; he bebido demasiado, aun así seguro que me tomaré otra en un rato.
Wonder le pegó una bofetada; se le despegó todo lo que le colgaba de la boca. Con una piedra, Wonder escribió en la tierra: ámate.
Lágrimas de cocodrilo brotaron de los ojos de Bob irremediablemente.
—Wonder, la vida me a golpeado demasiado, tengo tantas heridas que no sé si el alcohol conseguirá desinfectarlas algún día. Ya sé que debería encontrar otro modo pero ¡Mírame! Desde que tengo 16 años que no acaba el día sin que me haya tomado por lo menos cinco cervezas. Ahora tengo un bar… ¿Como voy a huir de esto?
Wonder le paso el brazo por la espalda y le rascó la cabeza con los nudillos. Paró y se tocó el pecho con la palma de su mano derecha y usó la otra para señalar a Bob.
—Si wonder, gracias, ya me siento mejor… Entremos, empieza a refrescar.
Al entrar, Úma, Musti y Om estaban alrededor de la mesa con cinco chupitos preparado encima. La mesa estaba llena de alcohol, los vasos parecían pequeños islotes en un mar de vodka. Se miraban unos a otros como lo harían los vaqueros del oeste segundos antes de dispararse.
—¿Qué-qué pasa aquí? —preguntó Bob.
Después de unos segundos que se hicieron muy largos para Wonder y Bob, Musti contestó.
—Es un juego, el bebedor más rápido. Vamos sentaros y participad, el primer que se tome el trago, gana.
Se sentaron y se pusieron todos las manos a la espalda. Musti silvó agudamente a modo de disparo de salida y al momento todos se tomaron la bebida.
–Final del rememorado–
—La vida es una broma.
—Si y la cicuta la caída del telón. Pero Bob no era muy buen humorista, puede que quisiera actuar un poco más…
—Por lo menos deberíamos haber tenido la decencia de contarle de qué iba el juego.
—Debería escribirle un réquiem, Bob era un buen hombre después de todo y fuerte, no cualquiera habría aguantado todo lo que pasó sin colgarse.
—Tienes razón Musti; aún diría más, se merece un funeral como dios manda; es más, como Odín manda.
—Oye Úma creo que aquí ya te estás pasando, esa es la forma con la que quieres irte tú, pero no creo que…
Om paró de hablar al ver a Wonder registrar el almacén como un verdadero loco. Salió con dos botellas de absenta de 90º por abrir y con la expresión más decidida de la noche. Tumbó la mesa y
abrió una botella. Se la enchufó a la boca de Bob, que yacía tumbado en el suelo, donde antes era debajo de la mesa.
Todos excepto Musti, que se puso a escribir, quedaron parados mientras Wonder emborrachaba más al cadáver de Bob.
Cuando terminó con una botella se puso a arrastrar a Bob al jardín trasero. Úma y Om le ayudaron y Musti se quedó en el garaje escribiendo.
Wonder volvió al garaje a por la mesa y se la llevo a fuera, la puso del revés a modo de barco y con la ayuda de Úma, pusieron a Bob encima.
Impregnaron mesa y Bob con la otra botella de absenta.
Musti salió y se puso delante de Bob con un papel en la mano y empezó a recitar:
Tu luz se apagó,
pero nosotros te daremos la luz de tu fuego interior.
Que te sea de guía hasta el cielo y que al fin encuentres la paz,
el amor y el descanso que tanto te has ganado.
Vuela libre, Bob…
Wonder le prendió fuego y los cuatro se sentaron. Musti entonó cantos libres sin letra alguna para acompañar el momento.
El fuerte licor ardió con rapidez, elevando al gaseoso Bob…
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