Estoy muy feliz de estar consiguiendo mantener el blog actualizado cada jueves como hasta hace ya un tiempo. Puede que consiga ofrecer algo interesante además de un golpe setmanal.
Hoy os traigo un micro relato locutado que forma parte de mi tercer golpe. Quisiera animaros a pensar en él, pues es pura metáfora.
Para poneros en situación, imaginad (o recordad) ese momento o momentos de vuestra vida donde se cayó una pared que parecía firme y que obligaba a dar la vuelta. ¿Qué pasa cuando se abre un nuevo camino? Uno sin señal alguna, mal alumbrado pero, sin embargo, huele a fresco.
Disfrutad de la locución.
Relato corto actualizado. Hoy me levanté y quité el polvo a algunos relatos viejos… siento como si llevara siglos en esto y en realidad sigo siendo el nuevo que tiene que demostrar su valía. Y lo haré, y lo hago. Disfruten del grillo mágico actualizado y sonorizado.
Cuanto más escuchas, más dulce suena LA melodía. Su melodía. Noche tras noche canta para sí. Convierto en mantra ese canto y medito.
El primer día inauguré mi orquesta al sumar mis latidos y respiraciones a su cric-cric. Siempre le permito empezar con un solo de grillo. Quizá su compañera no venga esta noche, pero siempre estará a resguardo bajo el foco en el cielo. A pesar del frío montañés en pleno invierno, su canto no tirita.
La vibración que llena el aire y recrea orejas sensibles.
El tiempo se congela, la voluntad de sentir… SENTIR.
No hay soledad, el gentil grillo canta el recuerdo
exhalo la última bocanada de aire consciente
despierto en el sueño.
Micro relato de horror para quién no le apetezca dormir. Para el que goce del dolor.
Basado en hechos auto-biográficos.
Preludio
Fresco viento de montaña acaricia mi calva. Nada más sano que subir piedra tras piedra, al paso largo.
Nada puede ir mal en un día soleado. Todo es paz, es una pena que los pájaros no tengan árboles donde cantar. Una hora más y llego a la cima, el sol calienta mi piel, acostumbrada a la fría luz de una lámpara fluorescente.
Escamosa Cabellera
El cerebro me arde. La piel se desquebraja. El poco pelo que me queda, muere.
El dolor que siento es parecido en freír lomo de cerdo con queso. Donde el queso es la cobertura de mi cráneo.
Mi piel no tarda en perder toda hidratación y se endurece. Siento unas ganas enormes de sujetarme la cabeza; parece que va a derretirse entera.
El sol sigue castigándome, como pude olvidar mi sombrero.
Imágenes de escamas de dragón pasan por mi cabeza, brasas desmenuzándose como carne de pollo para caldo.
Ácidos ardores en cada parte de lo que fue mi cabellera.
Más pinturas venidas del infierno de mi imaginario recrean un archipiélago de rocas volcánicas flotando en magma. Negrura y pestilente olor a azufre.
Mis manos se llenan de lo que parecen alas de mosca, tras peinar con ellas mi pelada cabeza.
I don’t know the sureness but I’m not unique, I’m not the only one. We’re students and the lesson is never ending. We ‘re the masters without certitude. We ‘re a couple of eyes of the universe even if they are almost always blind. We need more light to find the right lock, even if we, I, have the key.
Encounter with silence, By Mark
The first encounter to the lock.
I was meeting the Mark Boston in Chisholme house (Hawick, Scotland). He is a brilliant artist. He was working in the Loving Vincent, the film.
–Pan, mantequilla, arroz, pepinillos… ¡Ay no perdón! vuelvo a empezar, esto es mi lista de la compra.
–La que ya no harás, bastardo.
–Todos aquellos que se niegan a colaborar, con el esfuerzo y el heroísmo de una revolución, no los queremos, no los necesitamos. ¡Ostia! otra vez que equivoqué –hablaba bien alto removiendo papeles entre sus dedos.
Ahora va. Espero que sepáis lo mucho que se equivoca un humano, que recordéis que no hay bala que atraviese la historia, la memoria; no la hay la que mate ideales tan hermosos como el querer el amor por encima de toda avaricia y miedo.
Espero que os deis cuenta de la estupidez que es elegir el rifle en lugar del libro, o la espada en lugar de la mano… Espero que lloréis por cada vida arrebatada.
Espero… Espero… Que no apuntéis y pueda salir de…
Y veinticinco balas, de veinticinco rifles, atravesaron pulmones, corazón, hígado y demás órganos del libertador del pueblo.
Asustaron también a más de cincuenta aves que descansaban en un árbol cercano. Hicieron gritar a la madre del hombre, llorar a su hermana y ensanchar el odio de sus camaradas, que no tardarán en movilizarse.
También inspiró a aquel niño pequeño que jugaba a la pelota cerca de allí. Quién, de no muy mayor, escribió un hermoso poema dedicado.
Sigue haciendo armas que se seguirán escribiendo poemas. Sigue matando que se seguirá amando igual… Sigue tu estúpida lucha contra ti mismo, que no hay victoria posible más que la más humilde y sincera rendición.
Nada más que comer, respirar y amar… Pues yo prefiero que ellos me traigan la comida.
Yo quiero su banana, y ella mis cocos.
Yo voy a comerme su corazón…
Fabriqué una lanza de piedra, ya no me robarán más mi comida…
MI, YO… Mi y O. Arroz, maíz, trigo…
¿Tengo que defenderme de mi mismo? ¿Tengo que odiarme como los demás? Cerebros goteando neuronas, llorándolas…
No hace falta entender mis palabras, ni siquiera leerlas, para qué, la vida sigue igualmente hagas lo que hagas, mates a quien mates, ames o no lo hagas…
Sufre como yo, comprende mi dolor, nuestro dolor, nuestro inmenso amor…
El vagabundeo del lagarto sin Ca’l’ma era un tanto perturbador.
Chilmado corría veloz siguiendo siempre la luz del sol. Apenas comía.
Puede que no encuentre el amor de mi vida… Puede que no exista.
La memoria reptil no es muy larga y Chilmado brindó por ello.
Chimado olvidó su difunta mujer.
Sin Ka’l’ma, Chilmado se excitó, sin calma alguna el lagarto se animó a escalar más y más arriba de su casa, la pared amarilla. La pared gris, con manchas de amarillo desgastado por el sol y por la lluvia.
Los rayos de mediodía ayudaron a Chilmado a subir bien caliente al tejado.
Una vez arriba miró. Examinó su nuevo territorio.
Alguna mosca, arañas debajo de tejas, agujeros, acogedor.
En unos días tenía su agujero preferido, la barriga llena y el la sangre corría veloz. Tanto era así, que Chilmado sentía una gran excitación. Excitación que se alzó a las nubes al ver sobrevolar una Ágila por su tejado.
Ágila clavó su vista en Chilmado. Descendió tan veloz que nuestro lagarto no pudo hacer nada más que admirar a su cazadora.
Ágila agarró a Chilmado con cariño. Hacía un tiempo que le seguía la sombra, Ágila le gustaban los reptiloides.
Entre silbidos y lengüetazos los alegres animalillos se enamoraron al vuelo.
Que más bonito efecto, el corazón reptiliano latiendo tan rápido, tan… ágil.
Chágil, el lagarto. Pasó el resto de sus días recorriendo el mundo con ella, su más querida Ágila.
Hablaba de montañas y ríos como de granos llenos de pus y venas llenas de sangre.
Hablaba de como la rabia aumentaba tanto la presión, que tenía que abrir la presa y dejar que fluyera todo fuera.
No era cirujano, ni un chamán Azteca pero nada le impidió abrirse las venas a cortes gritando sortilegios arcaicos. Alguna deidad escucharía sus palabras ensangrentadas; al menos se quitaría toda esa presión, toda esa rabia de las venas.
«A ti me encomiendo, embrujado por mis semejantes, esculpido en irrespetuosa piedra mi cuerpo impuro ensucia la equidad. No hay amor en mi, no hay más que la tradición de papá de pegar a mamá. Agujerear. Trepanar su cabeza buscando sueños que no se encontraron nunca en su interior.
Aquí libero los ríos de mis venas a la enormidad del mar de estrellas.
Cortes en brazos, piernas, pechos, cabeza e incluso escroto y glande. Por cada corte nacía un afluente que regaba el suelo. Se dejó caer y miraba las estrellas. Vio que todo seguía ahí, de la misma forma que lo haría sin él. Sin su sangre impura, sin su vergüenza.
¿Que importaba expresarse con un bisturí o con un micrófono? Él optaba por su cuchillo y sus rezos, mucho más fiables.
Otros amigos le podían hablar de conferencias de LGBT y él les hablaba de Huitzilopochtli y cómo pedía a sus sacerdotes ser seres mágicos, amantes de cuerpos masculinos como los suyos. Diferenciar el poder del guerrero de el poder verdadero del hombre.
Nunca se despedía nadie de él sin darle un fuerte abrazo. En cada despedida daba la impresión que sería la última. Él les sonreía y les decía que amaba la vida más de lo que creían, pero su consciencia de la pequeñez que representa lo hacía demasiado libre como para encerrar su sangre en sus venas.
–Historia inspirada tras performance: La masculinidad debe ser destruida–
Impreso a pincel, me dijo 4Gr0-12 . Pluma de 12 px con 95 tonalidades de tinta.
No tienes ni idea montón de hojalata, faltarán un millón de años aun para que uno de tu especie pueda hacer arte y comprenderlo como lo hacemos los humanos.
Eran las fiestas de Venus. De día se mantenían las leyes morales de decencia sexual, pero en cuando se escondía el sol, salían ellas y ellos orgullosos cuerpos desnudos o semi-desnudos.
Colgaban cual trapecistas por las cuerdas de tender la ropa, cuadros, telas y personas buscando el más perfecto equilibrio.
Era muy hermoso dejar de escuchar el constante zumbido de la maquinaria usada en la ciudad, robots de limpieza, generadores eléctricos, publicidad invasora hasta en el último rincón; dejaban de funcionar. Todo parado para celebrar una de las pocas fiestas rescatadas del pasado, fiesta para recordar quién es la humanidad; para que la tecnología no nos borre la memoria…
Música instrumental, solo con energía psicomotriz. Hangs, violines, guitarras, digeridos, flautas, wistles y otros muchos. La mayoría de fabricación artesanal.
Como no ver maravillosos paisajes espaciales. Como no sentir el órbita terrestre, el calor solar y el crecimiento que provoca la luna. Como no estar en sintonía, como no dejarse arrastrar por el ritmo, por el latido creativo.
‘Literapintura’. Se podría decir que tuvimos mucha suerte. Era un albergue bastante barato y limpio. Su dueña usó sus cuadros para hacer ‘literas’ . Escaleras de libros, páginas cosidas a modo de mantas y lienzos estructurales. El arte no tiene porqué ser cómodo, y a pesar de ello nosotros preferimos los cuadros recién pintados. Levantarse de verdes y de repente rojos al suelo era siempre un buen primer paso matinal.
Eran habitaciones pequeñas pero muy bien iluminadas por un traga-luz y una salida al balcón que invitaba a salir a tomar el sol.
Resultó ser sol de rayos ocres resplandecientes solo por las rallas blancas. Al menos nadie tuvo que usar protector solar, con no tener alergia a la pintura basta.
Así que respondiendo a tu pregunta, si, el albergue ‘Literapintura’ mola. Sobre todo para viajeros como nosotros. Lilith hizo un gran trabajo montándolo aquí en medio de la ruta de la cima del Matterhorn.
¿Quién te preguntó?
Pues esa chica de ojos lluviosos que ahora está de espaldas. Si, ya sé que está pintada, era un ejercicio de imaginación amigo mío.